Lucio Vero
Julio Capitolino
Historia Augusta




1 Se que la mayor parte de los escritores han trasmitido
a la literatura y a la historia las biografías
de Marco y de Vero de tal manera que ofrecieron
primero la de Vero a sus lectores para que la conocieran,
sin seguir el orden de sucesión del gobierno,
sino el de la vida. Yo, por el contrario, he 2
considerado que debía publicar primero la biografía
de Marco y luego la de Vero, puesto que Marco
comenzó a gobernar primero y luego gobernó
Vero x, que pereció cuando aún vivía aquél.
Pues bien, Lucio Ceyonio Elio Cómodo Vero 3
Antonino, que recibió el sobrenombre de Elio por
voluntad de Adriano y el de Vero y Antonino por
su parentesco con Antonino , no está catalogado
ni entre los malos ni entre los buenos emperadores.
Pues se sabe que no estaba erizado de vicios, 4
que no abundó en virtudes y, en fin, que vivió, no
en un principado p ropio e independiente, sino ostentando
un poder similiar y de igual dignidad bajo
el de Marco, de cuya línea de conducta se apartó,
pues estaba marcada por el libertinaje de costumbres
y por los excesos de una vida bastante disoluta. 5
<br>En erecto, Vero era de costumbres sencillas e incapaz
de fingir en nada . Su padre fue Lucio Elio Vero, 6

que, tras haber sido adoptado por Adriano, fue el
primero que recibió el título de César y que murió
situado en esta misma dignidad. Sus abuelos, 7 bisabuelos y muchos de sus antepasados fueron consulares.

<br>Lucio nació en Roma cuando su padre 8 ejercía la pretura el día dieciocho de las calendas de enero,
la misma fecha en la que nació también Nerón ,
que luego llegaría a emperador. Su familia paterna 9
era en su mayor parte originaria de Etruria, mientras
que la materna procedía de Favenza.
<br>2-2Como procedía de este linaje, entró a formar parte
de la familia Elia cuando su padre fue adoptado
por Adriano y, cuando murió aquél, que era el César,
permaneció en la familia de Adriano, p o r quien 2
fue confiado Vero a Aurelio para que fuera adoptado
cuando, tomando las medidas pertinentes para
su sucesión, decidió que Pío fuera su hijo y Marco
su nieto, con la condición de que Vero aceptara a 3
la hija de Pío 6, que se casó en realidad con Marco,
porque Vero parecía incapacitado para ello a causa
de su edad, como ya expusimos en la vida de Marco.
En cambio, tomó p o r esposa a Lucila, hija de 4
Marco, y se educó en la casa de Tiberio. Escuchó 5
las enseñanzas del gramático latino Escaurino, hijo
de Escauro 7, que fue profesor de gramática de
Adriano, las de los gramáticos griegos Télefo, Efestión
y Harpocratión, las de los maestros de retórica
Apolonio, Céler 8, Caninio y Herodes Atico, las
del látino Cornelio Frontón y las de los filósofos

Apolonio 9 y Sexto 1C. A todos ellos los amó de 6
una manera singular y, del mismo modo fue amado
por ellos, a pesar de que no tuvo mucho talento
para las letras. Con todo, cuando era niño, tenía 7 afición a componer versos, y más tarde, discursos. Por
cierto, se dice que fue mejor orador que poeta o,
para hablar con más propiedad, peor poeta que retórico.
Y no faltan quienes aseguran que sus 8 amigos le ayudaron con su talento y que los escritos
que se le atribuyen a él fueron otros los que los escribieron,
puesto que, según dicen, mantuvo constantemente
a su lado a muchas personas elocuentes
y sabias. Tuvo como preceptor a Nicomedes. Fue 9
sensual, muy alegre y extraordinariamente capacitado
para todo tipo de diversiones, juegos y bromas.
<br>Cuando cumplió los siete años pasó a formar 10
parte de la familia Aurelia 11 y fue educado según
las costumbres y los deseos de Marco. Fue aficionado
a las cacerías, a los ejercicios gimnásticos y a
todos los ejercicios propios de la juventud. 11 Y permaneció como un simple ciudadano en el palacio
imperial durante veintitrés años.
<br>3 El día en que Vero tomó la toga viril, Antonino
Pío, aprovechando la oportunidad de que dedicaba
un templo a su padre, se mostró liberal con el pueblo,
y cuando aquél ofreció unos juegos al pueblo, 2
siendo ya cuestor, se sentó entre Pío y Marco. 3 Inmediatamente después de la cuestura, recibió el
consulado con su colega Sextio Laterano.

<br>Transcurridos
unos años, fue nombrado cónsul por segunda
vez con su hermano Marco. Pero se 4 mantuvo durante mucho tiempo como un particular y careció
del honor con que era distinguido su hermano.
En efecto, ni se sentó en el senado antes de 5 asumir la cuestura, ni cuando viajaba iba con su padre,
sino con el prefecto del Pretorio, y no recibió
ningún otro título honorífico que el de hijo de A u gusto.
Fue tan aficionado a los juegos circenses 6
como a las luchas de gladiadores. A pesar de que
se veía zarandeado p o r los grandes desvaríos a que
le conducían sus placeres y su afán de lujo, Antonino
le mantuvo como hijo, al parecer, porque
Adriano había ordenado que pasara a ser hijo adoptivo
de Pío, para así poderle llamar nieto suyo.
H ay indicios de que Vero mostró hacia Pío lealtad,
pero no amor. Sin embargo, Antonino Pío apreció 7
su ingenuidad de carácter y su pureza de vida y llegó
a exhortar a su hermano Marco a que le imitara. 8
Al morir Pío, Marco le confirió todos los honores
haciéndole partícipe del poder imperial y le convirtió
en colega suyo, a pesar de que el senado le había
otorgado a él solo el imperio.
4 Así pues, después de haberlo elevado al trono y
de haberle conferido el poder tribunicio, tras haberle
otorgado también el honor del consulado, ordenó
que le dieran el nombre de Vero traspasándole
su propio nombre, pues anteriormente le llamaban
Cómodo. Lucio, por su parte, 2 correspondiéndole a Marco, le obedeció en lo que proponía,
como un legado obedece al procónsul, o un gobernador
al emperador. Fue entonces la primera vez 3
que Marco arengó a los soldados en nombre de los
dos, y para mantener la armonía en el gobierno,
Vero se comportó con dignidad y de acuerdo con
el plan de vida que seguía Marco. Pero, cuando marchó a Siria, se desacreditó no sólo por el desenfreno
de su vida, bastante licenciosa, sino también por
sus adulterios y por sus relaciones amorosas con
muchachos jóvenes 12, porque, según dicen, fue tan 5
grande su afan de placeres que, después que volvió
de Siria, estableció un figón en su casa donde acudía
después de comer con Marco y donde le servían
todo tipo de personas infames. Dicen también 6
que aguantaría jugando a los dados toda la noche l3,
pasión que había adquirido en Siria, y que emuló
de tal manera los numerosos vicios de Gayo, Nerón
y Vitelio, que recorría por las noches las tabernas
y lupanares cubriendo su cabeza con un capuchón,
como el que usa la gente corriente en los viajes,
y andaba en francachelas con individuos pendencieros,
se mezclaba en reyertas, disimulando
su personalidad, y había vuelto muchas veces a
casa con la cara amoratada p or los golpes recibidos
tras haber sido identificado en las tabernas, a pesar
de que trataba de ocultarse. Arrojaba también 7
monedas de gran volumen en los figones para romper
con ellas las copas. Fue aficionado también a 8
las carreras de caballos tomando partido por los
verdes H. Ofrecía además con mucha frecuencia 9
luchas de gladiadores durante los banquetes, p ro longando
las comidas hasta el anochecer y quedándose
dormido en el diván donde había comido, hasta
que se lo llevaban envuelto en los cobertores a sudormitorio. Tenía el sueño muy ligero y hacía la digestión enseguida. Pero Marco, a pesar de que sabía todas estas cosas, hacía como que no estaba enterado
del asunto, por vergüenza de reprender a suhermano.
5 Se cuenta que fue muy famoso un banquete de las características que siguen, en el cual dicen que se sentaron a la mesa p o r primera vez doce personas,
a pesar de que todo el mundo conoce la siguiente
frase sobre el número de invitados: «Siete
hacen un festín, nueve, un tropel.» Se regalaron a 2
cada uno de los comensales hermosos esclavos que
les servían a la mesa, se regalaron también a cada
uno de los asistentes vajillas y maestresalas, se regalaron animales vivos domésticos o salvajes, aves
o cuadrúpedos de la misma especie de aquéllos que
se habían servido, se regalaron también copas de 3
mirra o de cristal de Alejandría para que cada comensal
bebiera en ellas una sóla vez, se regalaron
vasos de oro y de plata y otros guarnecidos de piedras
preciosas, es más, coronas adornadas con cintas
de oro y con flores que no eran del tiempo y
se regalaron, también, vasos de oro que contenían
esencias, como los vasos de alabastro que se emplean
para los perfumes, y finalmente, carros con 4
sus mulos y mulateros y con arreos de plata, para
que pudieran volver a casa. Dicen que se evaluó 5
todo el festín en seis millones de sestereios. Y que, 6
cuando Marco se enteró del convite, se echó a llo rar
y sintió un profundo dolor por el destino de la
república. Después de que finalizó el banquete, aún 7
siguieron jugando a los dados hasta el amanecer. 8
Esto ocurrió, realmente, después de la guerra con
los partos, a donde se dice que Marco le había enviado
para que no cometiera sus extravíos en Roma
a los ojos de todo el mundo, o para que aprendiera
lo que es la privación viajando p o r tierras extrañas,
. o para que el temor de la guerra le hiciera corregirse,
o para que se diera cuenta de que era emperador.
Pero el resto de su biografía y este banquete 9
que acabamos de narrar demostrarán cuánto provecho
sacó.
<br>6 Se preocupó tanto p o r los juegos circenses que
remitió frecuentemente desde las provincias cartas
para interesarse p or ellos, y a su vez, las recibió. 2
En fin, en una ocasión en que asistía personalmente a las carreras y se sentaba junto a Marco, soportó muchas injurias de la facción de los azules, porque favorecía con demasiado descaro a la bandería contraria.
Efectivamente, incluso llevaba 3 consigo una imagen de oro de un caballo verde llamado Alado; ordenaba que le sirvieran en el pesebre 4 como pienso uvas pasas y parte de frutos secos en lugar de cebada, y que se lo llevaran al palacio de Tiberio, cubierto de capotes teñidos de púrpura y, cuando murió, hizo erigirle una tumba en el Vaticano.
Fue entonces cuando por primera vez, en 5 atención a este caballo, comenzaron a pedirse figuras de caballos de oro como premios por la victoria en los juegos. Y, en este sentido, aquel caballo 6
recibió honores tan grandes, que frecuentemente la facción de los verdes pedía para él un modio de áureos 16.
Marco acompañó a Vero hasta Capua cuando 7
éste partió a luchar contra los partos. Y, como a
partir de allí se hartaba de comida en las fincas de
todo el mundo, atacado p o r una indisposición, cayó
enfermo junto a Canusio y allí acudió su hermano
a visitarle. Durante su vida, e incluso en tiempo de 8
guerra, quedaron al descubierto muchas de sus cobardías
y ruindades. En efecto, mientras que los 9 sirios devastaban el Oriente tramando una sublevación
después de haber dado muerte al legado del
emperador y de haber pasado a cuchillo a las legiones,
él cazaba en Apulia, hacía excursiones marítimas
cerca de Corinto y de Atenas, entre orquestas
y coros, y se entretenía recorriendo las ciudades
costeras de Asia, una a una, y las de Parhfîlia y C ilicia
que eran más célebres por sus fiestas.
<br>7 Cuando llegó a Antioquía, se dedicó a disfrutar
de los placeres. En cambio, sus generales Estacio
Prisco, Avidio Casio y Marcio Vero acabaron la
guerra con los partos en cuatro años e incluso llegaron
a Babilonia y a la Media y recuperaron Armenia
17. Consiguieron así para él los títulos de 2
Arménico, Pártico y Médico, que ofrecieron también
a Marco, aunque se encontraba en Roma. Po r 3
otra parte, Vero pasó durante cuatro años el invierno
en Laodicea, el verano en/Bafne, y .el resto
del año en Antioquía 18. Fue el^l(Werrej¿de todos 4
los sirios, de los que se conservan muchos de los
chistes que dijeron contra él en el teatro. En las Saturnales y en los días festivos siempre solía admitir
a sus esclavos a su mesa. N o obstante, marchó p or 6
segunda vez al Eúfrates porque sus satélites le estimulaban
favorablemente a ello. Volvió también a 7
Efeso para recibir a su esposa Lucila, enviada por
su padre Marco; pero, sobre todo, para que Marco
no llegara con ella hasta Siria y así no se enterara
de sus escándalos, pues Marco había comunicado
al senado que iba a llevar personalmente a su hija
hasta Siria. Una vez acabada la guerra, confió a los 8
reyes el gobierno de sus reinos y las provincias a
sus satélites. Desde allí regresó a Roma para celebrar su triunfo, aunque en contra de sus deseos,
porque abandonaba Siria que había sido como un
reino de su propiedad, y celebró el triunfo junto
con su hermano, recibiendo del senado los mismos
títulos que había recibido en ei ejército 19. Dicen 10
también que se quitó la barba cuando estuvo en Siria, siguiendo los deseos de una amante suya de baja
catadura. Ello dio motivo a que los sirios lanzaran
muchas bromas contra él.
8 Tuvo la fatalidad, según parece, de llevar consigo
la peste a todas las provincias por donde pasó
hasta que llegó a Roma 20. Y dicen que la epidemia 2
surgió en Babilonia cuando se escapó un baho pestilente
de una arquita de oro del templo de Apolo,
en la que un soldado había abierto p o r casualidad
un resquicio, y que desde allí apestó el reino de los
partos y el orbe, y esto, no p o r culpa de Lucio 3
Vero, sino por culpa de C asio , que, en contra de lo
que había prometido, tomó p o r asalto la ciudad de
Seleucia que había acogido a nuestros soldados
como amigos. Esta acción, p o r cierto, la justifica 4
entre otros también Cuadrato 21, historiador de la
guerra pártica, acusándo a lo s seleucios de haber
sido ellos los primeros en romper el juramento. 5
Vero tuvo esta deferencia con Marco : que en el día
del triunfo compartió con su hermano los títulos
que le habían ofrecido a él solo. Cuando volvió de 6
la guerra con los partos fue y a menos deferente con
su hermano; porque no sólo secundó los deseos
de sus libertos con excesiva desvergüenza sino que
también estableció muchas disposiciones sin contar
con aquél 22. Añadió a estos actos la desfachatez de 7
importar histriones de Siria, como si llevara ciertos
reyes para celebrar el triunfo, de entre los cuales el
más importante fue Maximino, a quien dio el nombre
de Paris. Hizo construir además en la vía Cíodia una quinta de muy mala reputación en la cual
se entregaron con gran lujuria a excesos báquicos
durante muchos días él, sus libertos y los amigos
de Paris, sin que le ofreciera ningún reparo la presencia
de éstos, e invitó a Marco, que acudió allí 9
con el fin de ofrecerle una muestra de su virtud para
que la respetara e imitara, y, durante los cinco días
que residió en dicha mansión, se entregó sin interrupción
a resolver cuestiones jurídicas, mientras
Vero se dedicaba a asistir y a ofrecer festines. Mantenía también al actor Agripo, apodado Menfio, al
que igualmente había traído de Siria como un trofeo
de la guerra de los partos y al que impuso el
nombre de Apolausto 23. Había traído además consigo tañedores de lira, flautistas, bufones, actores
de pantomima, prestidigitadores y todo tipo de esclavos,
con cuyos juegos se recrean Siria y Alejandría,
hasta el punto de que daba la impresión de
que había concluido una guerra contra comediantes,
no contra los partos.
<br>9 U n falso rumor, más que indicios de auténtica
veracidad, había hecho creer que esta diferencia en
el modo de vivir de ambos y otras muchas causas
habían dado origen a las rivalidades de Marco y
Vero. Pero el principal incidente que ocurrió fue el 2
siguiente: en una ocasión en que Marco envió como
legado a Siria a un primo suyo paterno llamado L ibón,
y éste se mostraba m ás insolente de lo que cuadraba
a un senador modesto, diciendo que escribiría
a su primo si p o r azar se le ofrecía cualquier
duda, Vero, que se hallaba en Siria, no pudo aguantarlo;
y, como se dio la circunstancia efe que Libón
murió a consecuencia de una súbita enfermedad con
casi todos los síntomas de envenenamiento, algunas
personas creyeron, aunque no Marco, que se
podía imputar su muerte a una artimaña de Vero.
Esta circunstancia aumentó los rumores de sus enfrentamientos. Tuvieron gran influencia ante Vero,
como dijimos en la vida de Marco 24, sus libertos
Gémino y Agaclito, a quien aquél hizo desposar
con la mujer de Libón, a pesar de la oposición de 4
Marco; finalmente, Marco no asistió al banquete
que se dio cuando Vero celebró las ceremonias del 5
matrimonio. Vero aún tuvo otros libertos de depravada
conducta, como Coedes y Eclecto y algunos más. Después de la muerte de Vero, Marco les
apartó a todos de su lado simulando que les honraba,
pero se quedó con Eclecto que fue quien después
asesinó a su hijo C óm o d o 2 .
<br>Como Marco no quería enviar solo a la guerra a 7
Lucio ni dejarle en Roma a causa de sus excesos,
marcharon juntos a luchar contra los germanos y
llegaron a Aquileya. Luego, a pesar de la oposición
de Lucio, atravesaron los Alpes, dedicándose Vero
exclusivamente a cazar y banquetear en Aquileya,
mientras Marco se ocupó de todos los preparativos 8
para la campaña. Sobre esta guerra — que se acabó,
en parte p o r mediación de los embajadores de los 9
bárbaros que pedían la paz, en parte por la actuación
de nuestros generales— ya hemos hablado con
profusión en la vida de Marco 26. U n a vez terminada
la guerra de Panonia volvieron a Aquileya a 10
instancias de Lucio y a continuación se apresuraron
a tornar a Roma, p orque éste echaba en falta
los placeres de la Ciudad. Pero no lejos de Altino,
y cuando iba en un carruaje, tuvo un ataque súbido de la enfermedad que llaman apoplejía. Le bajaron
del carruaje y, luego de hacerle una sangría,
le condujeron a Altino, donde murió después de
haber vivido tres días sin musitar una palabra.
10 Corrieron rumores de que había cometido incesto
incluso con su suegra Faustina. Se dice igualmente
que pereció p o r haber comido unas ostras
salpicadas con veneno astutamente por ésta, p orque
decía que él había revelado a su hija las relaciones
que había mantenido con su madre. N o obstante, también surgió aquella otra historieta que expusimos
en la biografía de Marco 27, que resulta incompatible
con la vida de un hombre de tales cualidades.
Además, hay otros muchos autores que atribuyen este crimen a su esposa, porque Vero había
favorecido demasiado a Fabia, pues Lucila no podía
soportar su poder. L a intimidad entre Lucio y 4
su hermana Fabia fue tan grande realmente, que la
estimación popular percibió también esto: que ambos
concibieron un plan para quitar de en medio a
Marco; y que, cuando esto fue revelado a Marco 5
por el liberto Agaclito, Faustina se anticipó a él con
el veneno, para que éste no tomara la delantera.
Era hermoso de cuerpo, encantador de rostro, de 6
barba casi tan larga como la de ios bárbaros, alto y
con la frente contraída en las cejas, de forma que
inspiraba respeto. Se dice que cuidó tanto sus rubios cabellos que salpicaba su cabeza con polvillo
de oro para que su cabellera, al recibir más luz, despidiera
destellos dorados. Fue muy torpe de palabra y muy amante del juego de dados. Vivió siempre
entregado al placer y fue otro Nerón en múltiples
aspectos, salvo en la crueldad y las burlas. Tenía, entre otros objetos de lujo, un cáliz de cristal
que tenía más capacidad de lo que un hombre
puede beber y al que había dado el nombre de Alado,
que era el de su caballo favorito.
su hermano 29. Su cuerpo fue enterrado en el sepulcro
de Adriano donde también está enterrado
Elio César, su padre natural.
Es conocido el rumor p o p u la r30, inadmisible 2
ante la vida que llevó Marco, según el cual éste había
ofrecido a Vero una parte de una matriz envenenada,
pues la había cortado con un cuchillo untado
con veneno por uno de sus lados. Pero pensar 3
esto de Marco es un sacrilegio, aunque los placeres
y las acciones de Vero lo justifiquen. N o so tro s no 4
dejaremos en suspenso dicha historia, sino que la
rechazamos en su totalidad, tras haberla esclarecido
y refutado adecuadamente, dado que hasta el
momento, después de Marco, si exceptuamos a
vuestra Clemencia, Augusto Diocleciano, ni la adulación
parece que ha sido capaz de modelar un emperador
como él.

 

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